El conflicto forma parte de la cotidianidad de las personas. Siempre ha sido visto desde una perspectiva negativa, se lo vincula a lo negativo, reprochable y, por tanto, se asume que es un riesgo innecesario que se debe evitar. No obstante, es un proceso natural y positivo en el sentido de que, permite desarrollar y buscar estrategias de resolución pacífica y creativa del conflicto. El conflicto debe acarrear una actitud positiva de aprendizaje de los propios conflictos siendo lecciones de relaciones humanas.

El conflicto surge como producto del desarrollo de “acciones incompatibles, de sensaciones diferentes; responden a un estado emotivo que produce tensiones, frustraciones; corresponden a la diferencia entre conductas, la interacción social, familiar o personal.” El conflicto sitúa a las personas en discordancia por diferentes intereses y motivos, en otras palabras, el conflicto se presenta cuando existe cualquier actividad incongruente entre personas o grupos.

A pesar de que el conflicto sea parte de las actividades cotidianas y sea, en parte, una actitud positiva, es imprescindible buscar la mejor forma de solucionar ese conflicto. Las formas alternativas de resolución de conflictos son mecanismos de “pacificación del conflicto” que lo que buscan es resolver disputas mediante medios no judiciales. Algunos de las formas alternativas de resolución de conflictos más usadas en nuestro medio son: la mediación, el arbitraje, la negociación y la conciliación.